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RIBERA DEL GUADIANA

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RIBERA DEL GUADIANA
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 Los vinos de Extremadura consiguieron su sello de identidad y calidad en 1999, cuando el 16 de abril de ese año la Orden del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación (MAPA) ratificó el Reglamento de Consejo Regulador. Esta andadura comienza cuando la Comisión Interprofesional “Vino de la Tierra” recibe la aprobación de su Reglamento en la Orden de 12 de diciembre de 1990, por parte de la Consejería de Agricultura y Comercio.

El siguiente paso fue el reconocimiento de la DO Ribera del Guadiana con el nombramiento de Consejo Regulador Provisional en Agosto de 1996. Posteriormente, y como preámbulo de la esperada Ratificación, la Orden 17/03/97 de la Junta de Extremadura aprobaba el Reglamento.

De esta forma, con la DO Ribera del Guadiana, se reconocía la labor bien hecha y la vocación natural de la tierra extremeña.

Un poco de historia

La Tierra tiene memoria y recuerda a quienes la trabajaron para morder el fruto de sus vides. A quienes dedicaron sus vidas por entero al milenario arte de crear el vino que en esta tierra es la sangre que corre por sus venas en formas de surcos.
Descripción de la empresa La Tierra tiene memoria y recuerda a quienes la trabajaron para morder el fruto de sus vides. A quienes dedicaron sus vidas por entero al milenario arte de crear el vino que en esta tierra es la sangre que corre por sus venas en formas de surcos.

Una tierra de suaves colinas donde todo lo que abarca la vista son viñedos que tiñen de verde la llanura. Y más allá, la Ribera del Guadiana que serpentea, baña los campos y desaparece justo dónde cielo y tierra se funden en un abrazo infinito.

Un tierra que guarda con recelo el vestigio de quienes una vez la habitaron y que para siempre quedaron unidos por lazos invisibles de quienes viven juntos vidas enteras dedicadas al trabajo. Y recuerda tiempos en los que los catillos dominaban las alturas sobre los riscos indomables el viento acariciaba sus terrones rojizos sembrados de las vides de Septiembre, a al sombra de olivos centenarios.

Cámpos fértiles, tierras pardas modeladas por las manos curtidas de los hombres, que acarician con dulzura racimos que dulcifican paladares y tiñen de alegría mesas de blancos manteles.

Paisaje milagroso que conserva intacto los vestigios de su existencia: la memoria de su gente, la Memoria de la Tierra.